La cohesión interna, la lucha contra la corrupción y el respeto a sus bases serán determinantes para la permanencia en el poder.

PRM_ Retos y riesgos hacia el 2028

El Partido Revolucionario Moderno (PRM) se encuentra en una encrucijada que pondrá a prueba no solo su capacidad de gobernar, sino también su madurez como organización política. Los comicios de 2028 se asoman como un desafío decisivo y, de la manera en que el oficialismo maneje las tensiones internas y los reclamos ciudadanos, dependerá su permanencia en el poder.

Tres factores amenazan con debilitar su fortaleza: la ausencia de un régimen de consecuencias frente a los casos de corrupción, el incumplimiento de compromisos asumidos en campaña y las pugnas intestinas que fragmentan sus estructuras. Estos elementos, de no ser atendidos con responsabilidad, podrían convertirse en un boomerang que erosione la confianza del electorado.

Campaña adelantada y tensiones internas

Uno de los primeros síntomas de desgaste se observa en el adelantamiento de los tiempos políticos. Aunque la Junta Central Electoral establece plazos claros, el PRM ha incurrido en actividades que superan el simple contacto con la militancia y revelan un pulseo prematuro por la candidatura presidencial, en momentos en que el Gobierno debería estar enfocado en responder a las demandas sociales.

Este tipo de movimientos ha encendido tensiones en las provincias, donde algunos dirigentes se ausentan de actividades oficiales o rehúsan apoyar a figuras de corrientes contrarias. Más que fortalecer al partido, estas fracturas lo debilitan y proyectan un oficialismo distraído de su misión central: gobernar con eficacia.

Corrupción sin sanciones ejemplares

La corrupción constituye otro de los puntos neurálgicos. Aunque el presidente Luis Abinader ha reiterado en múltiples ocasiones su compromiso con la transparencia, la percepción ciudadana es que los procesos no han contado con sanciones ejemplares.

Casos como los cuestionamientos al Ministerio de Educación, al de Agricultura y a instituciones como el Senasa han dejado la impresión de que la corrupción se combate a medias, tanto del actual Gobierno como de los anteriores.

El lanzamiento de la campaña gubernamental “Protegiendo lo Nuestro” podría ser una señal positiva, pero el país espera más que anuncios: exige un verdadero régimen de consecuencias que se traduzca en acciones concretas y sanciones visibles.

Bases inconformes y malestar acumulado

El malestar de las bases del PRM es otro frente de riesgo. Dirigentes que se entregaron de lleno en las campañas, enfrentaron ataques y contribuyeron de manera decisiva a las victorias electorales ,incluso soportando brutales campañas sucias contra sus candidatos, hoy se sienten relegados a segundos planos.

El caso de la exregidora y candidata a la Alcaldía de San Francisco de Macorís por el PRD y aliados, Karilyn Chabebe, quien tras obtener un 46 % se juramentó en el PRM y, pese a su trabajo político, no ha sido integrada al tren gubernamental, es un ejemplo claro. Este y otros episodios han generado críticas sobre la falta de reconocimiento e integración a quienes contribuyeron a la victoria electoral del oficialismo.

Es preocupante observar algunas renuncias, como la de la connotada profesional Diasneli Paulino, figura clave en el triunfo del PRM en su comunidad. Ella renunció abruptamente del partido luego de dos campañas sucias y desinformativas ejecutadas por el secretario general del PRM en Tenares. Paulino expresó que tomó la decisión porque nadie de su partido levantó la voz para defender su honra, tan bien ganada.

El imperativo de la cohesión

El PRM no puede permitirse ignorar estas grietas internas. La cohesión, el cumplimiento de compromisos y la aplicación real de sanciones contra la corrupción son factores indispensables para mantener la confianza de la ciudadanía.

El escenario de 2028 será distinto al de 2020 y 2024. La ola de apoyo que catapultó al presidente Abinader con márgenes de 70 a 30 no volverá en iguales condiciones. La ciudadanía se muestra más exigente, menos tolerante y con expectativas renovadas. La oposición, mientras tanto, aguarda atenta cada error del oficialismo para capitalizarlo.

El PRM debe recordar que la historia política del país ofrece lecciones claras: los partidos rara vez se derrumban por la fuerza de sus adversarios, sino por el peso de sus propias debilidades internas. El 2028, más que una elección, será una prueba de cohesión, credibilidad y capacidad de autocrítica.

Por Lincoln Minaya

SFMACORIS
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