MONSEÑOR ALFREDO DE LA CRUZ CLAMA RESTAURAR LOS VALORES PATRIOS, CIVICOS Y MORALES

Por Francisco Calderón Hernández
El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, monseñor Alfredo de la Cruz Baldera, abogó por la restauración de los valores patrios, cívicos, morales, el amor por lo nuestro y el coraje de decir la verdad.
Entiende que hoy más que nunca necesitamos restaurar esos valores, expresando que nos enfrentamos a las nuevas amenazas, no con bayonetas, ni ejércitos extranjeros, sino a poderes foráneos más sutiles y más peligrosos.
“El relativismo que confunde libertad con libertinaje; la ideología que diluye la identidad nacional y el valor de la vida y la familia; la corrupción que pudre las raíces de la justicia y la indiferencia que mata la esperanza”, precisó.
Las consideraciones de monseñor Alfredo de la Cruz Baldera, fueron emitidas este sábado, al pronunciar la homilía en la Catedral Santa Ana, con motivo de la celebración del Día de la Restauración de la República Dominicana, a la cual asistieron funcionarios gubernamentales, civiles y militares.
Refiere que como dice el evangelio, “Jesús nos recuerda, busquen primero el reino de Dios y su justicia y lo demás se le dará por añadidura. ¿No será que nos falta el reino y por eso lo demás no llega? ¿No será que queremos una patria justa sin buscar la justicia de Dios?, se preguntó.
Entiende que restaurar la patria es restaurar el alma, pues no basta con ondear la bandera, si no ondeamos la conciencia; no basta con cantar el himno, si no vivimos su contenido; no basta decir “soy dominicano”, si no somos justos, responsables, veraces y cristianos”.
“Hoy la patria vibra en nuestra sangre”, proclamó el obispo al iniciar su mensaje, señalando que la verdadera restauración no se limita a los símbolos patrios ni a las conmemoraciones.
Significó que el acto restaurador es espiritual, ético y cultural, pues no se trata solamente de reconstruir estructuras físicas, sino de restaurar valores, devolverle a la nación su alma católica, cívica y moral.
El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, citando a San Pedro refirió que “Ustedes son linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios, exponiendo que el pueblo dominicano no es una simple masa de ciudadanos, sino una comunidad con vocación y destino espiritual. Nuestra misión hoy se llama restaurar la dominicanidad”, subrayando que no se trata de volver atrás con melancolía, sino de proyectarse hacia adelante con firmeza.
El obispo destacó el ejemplo de los héroes restauradores, como Gregorio Luperón, Benito Monción, Pedro Antonio Pimentel y Gaspar Polanco. “Ellos restauraron no solo una república, sino la dignidad del dominicano”, afirmó.
“La restauración de la patria comienza en la conciencia”. Ondeamos banderas, cantamos himnos, pero ¿vivimos lo que cantamos? ¿Defendemos lo que decimos amar?
La restauración, explicó, no comienza en el congreso ni en los tribunales, sino en el corazón de cada ciudadano que opta por la verdad, la honradez y la fe.
Hizo un llamado a formar una nueva generación de restauradores, no armados con rifles, sino con principios; no desde el poder, sino desde el altar, la escuela, la familia y la comunidad.
La homilía concluyó con una poderosa invocación del pensamiento duartiano: “Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.”
A esto, Mons. de la Cruz Baldera añadió: “Trabajemos por restaurar a Dios en el corazón de la República.”
Con una voz firme y un corazón encendido, el obispo concluyó con la exhortación a los presentes de “¡Restaurar el alma! ¡Restaurar la moral! ¡Restaurar la esperanza! ¡Restaurar la patria con la fuerza del Evangelio!”
Y con un profundo “Amén”, selló su llamado profético a una República Dominicana más santa, más justa, más humana y verdaderamente libre.