La gestión de la deuda dominicana se enfrenta a un mercado global más incierto

En su lucha contra la pandemia del nuevo coronavirus, de forma derivada, República Dominicana enfrenta otras amenazas por su impacto en la economía nacional, en su sector externo, al igual que sucede en el resto de las naciones afectadas.

Se trata del impacto en la capacidad de pago de sus deudas con los mercados financieros, donde se gestiona y se contratan nuevas deudas pública para salir de las viejas.

En ese mercado global la creciente percepción de riesgos que provoca la pandemia eleva las tasas de interés, que en las gráficas a veces parece como un cohete que despega en camino hacia la Luna.

 

Eso es observable desde la última semana de febrero de este año, cuando el Indicador de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI), correspondiente a República Dominicana, cruza el umbral de los 400 puntos porcentuales, bajo el cual cómodamente se movía desde principio de enero de 2017.

Esa estabilidad permitió gestionar la creciente deuda pública bajo condiciones más blandas.

Por ejemplo, en su informe trimestral correspondiente al último trimestre del 2019, la Dirección General de Crédito Público informa sobre avances en las metas estratégicas con relación a la deuda. Revela que, con relación a diciembre de 2018, el porcentaje de la deuda en moneda extranjera bajó de 74.8% a 72.2%, lo que indica un menor riesgo cambiario.

Asimismo, informa que el porcentaje de la deuda a corto plazo de la deuda (riesgo de refinanciamiento) bajó de 7% a 4.4%. También, la colocación deudas a tasa de interés fijas.

Pero el crecimiento del riesgo país, provocado por el impacto de la pandemia en la economía, y por la percepción de los mercados sobre ese efecto, para mal alteró ese escenario. Y República Dominicana no está sola en eso, aunque recuerde la expresión de “mal de muchos, consuelos de tontos”.

En el ámbito global y en el ámbito latinoamericano, el EMBI promedio optó orientarse hacia la misma dirección con similar magnitud de fuerza.

EVOLUCIÓN DEL RIESGO PAÍS

En EMBI es considerado como el principal indicador de riesgo país, y es calculado por el banco JP Morgan Chase. Consiste en todo riesgo que acompaña a las inversiones y a financiamiento en un país en comparación con otro. Mientras mayor es el EMBI, mayor riesgo refleja, y por lo tanto mayores tasas de interés y de rendimientos reclaman los inversionistas financieros para prestarles fondos al país afectado o para adquirir sus instrumentos en los mercados secundarios.

Matemáticamente, el EMBI consiste en la diferencia entre las tasas de interés que pagan los bonos denominados en dólares, emitidos por países de economías emergentes como República Dominicana, y las de los bonos del tesoro que emite Estados Unidos, al que por alguna razón se le reconoce el estatus de “libre de riesgos”.

Sobre el tema se le preguntó al economista Apolinar Veloz, quien consideró ese incremento normal “en el sentido de que eso es lo que debe esperarse en una situación como la presente.

Apolinar Veloz, profesor de la Universidad INTEC, se desempeñó como asesor-asistente Técnico en la División de la Gerencia Financiera Pública en el Departamento de Asuntos Públicos en la sede en Washington del Fondo Monetario Internacional (FMI).

“Lo que está reflejando es sencillamente que las tasas de interés que estaría demandando el mercado por la deuda dominicana serían mayores”, explica.

El problema está en que, por la pandemia, “ahora mismo los mercados comienzan a percibir que efectivamente República Dominicana tiene un mayor riesgo porque va a incurrir en un déficit mayor, va a incurrir en una deuda mayor, y eso significa que el esfuerzo financiero que tiene que hacer el Gobierno debe ser mayor”, expresa.

LA DEUDA DOMINICANA

A febrero de 2020, la deuda pública dominicana del Sector Público no Financiero ascendió a US$38,381.4 millones, lo que equivale al 41.8% del PIB, según la Dirección General de Crédito Público.

De ese monto, la externa representa el 67.2%, siendo el porcentaje restante deuda interna. Pero de la deuda externa total, el 73.7% corresponde a acreedores privados, como son las de bonos soberanos, que son los instrumentos más susceptibles para reaccionar por la variación del EMBI.

El 16 de abril pasado, la agencia calificadora S&P Global Ratings revisó su perspectiva de las calificaciones de largo plazo de República Dominicana a negativa, desde la condición previa de estable.

Para sustentar esa revisión, consideró que el impacto de la pandemia de COVID-19 debilitará los perfiles fiscal y externo de República Dominicana, como resultado de una menor demanda interna, turismo y menores entradas de remesas.

Y observó que eso se reflejará en menores ingresos del gobierno, lo que significaría mayores presiones en el gasto, que “acelerarían aún más el ya rápido endeudamiento”.

Y un mayor endeudamiento, en un contexto de menores ingresos fiscales, significara una reducción “significativa” de la flexibilidad del gobierno para contraer deuda nueva.

Y precisamente, esa percepción es lo que está reflejando la volatilidad y el incremento del Indicador de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI, por sus siglas en inglés)

“Justamente por eso, hay gente hay gente que comience a desprenderse de los bonos”, explica Apolinar Veloz.

“Obviamente, si la gente percibe que no habrá ningún tipo de devaluación, de que el tipo de cambio se va a mantener y que pueden mantener las tasas de interés que están pagando en pesos, que son equivalentes, dado el tipo de cambio, a lo que podrían recibir en los Estados Unidos, ellos “los acreedores) mantendrían los bonos”, revela.

Pero si esa expectativa cambia, y el mercado estima que puede haber un deslizamiento del tipo de cambio, que es probable que ocurra,” entonces la gente puede buscar no perder los puntos de tasas de interés que podrían eventualmente recibir”, describe Veloz, en referencia a los inversionistas extranjeros.

En ese contexto, esos inversionistas, mayormente extranjeros, estarían dispuestos a cambiar por alguna otra deuda que aparezca en el mercado, “que le de un beneficio mayor que el dominicano”.

“Por la plata baila el mono”, dice una conocida frase coloquial. Y en los mercados financieros globales el único sonido musical que se baila es el del tintineo del dinero.