Muerte de una niña detenida por Patrulla Fronteriza muestra los desafíos de prestar atención médica

Las recientes muertes de una niña panameña de 8 años y un chico hondureño de 17 años que estaban bajo supervisión del gobierno estadounidense han reavivado las preguntas sobre la preparación de las autoridades estadounidenses para gestionar emergencias médicas que sufren los migrantes llegados a Estados Unidos, especialmente en un momento en el que las agencias lidian con una enorme sobrecarga en los centros de la frontera sur.

Anadith Tanay Reyes Álvarez quedó inconsciente en la que era al menos su tercera visita a personal médico el miércoles en el centro de la Patrulla Fronteriza en Harlingen, Texas, y murió más tarde en un hospital, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus iniciales en inglés). La niña había sufrido vómitos y dolor de estómago ese día.

Murió en el noveno día que pasaba su familia retenida. Las normas de la agencia permiten un máximo de 72 horas.

La familia dijo a los agentes que la niña tenía un historial de problemas cardiacos y anemia de células falciformes, según reconoció la CBP en su segundo comunicado sobre el fallecimiento. Se le había diagnosticado gripe en el sexto día de la familia bajo custodia, lo que hizo que los trasladaran a otro recinto.

La CBP presentó un reporte detallado el domingo que confirmaba elementos clave mencionados por la madre de la niña en una entrevista con The Associated Press dos días antes. En un principio la agencia sólo había emitido un breve comunicado.